La delgada línea entre mi opinión y la tuya

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Julio Vallejo

Encendiendo la veladora de la Catrina con “A”

El encendido de las velas en el altar es un faro que guía a las almas por el camino de regreso. El agua fresca y limpia es para calmar la sed de los difuntos, mientras que el altar se convierte en un puente espiritual para que las almas regresen a sus hogares. Los festivales de Día de Muertos en México representan el reflejo de cómo los mexicanos entendemos la vida, la muerte y la memoria. La muerte es parte de la vida, por eso es un hecho que de ella nadie se escapa. Estas celebraciones de nuestra nación atrapan la atención de todo el mundo.

Hace unos días, en el municipio de Uruapan, Michoacán, se llevó a cabo el decimoctavo festival de velas. Como una muestra de amor y respeto a los difuntos, el alcalde Carlos Alberto Manzo Rodríguez encendía una de las más de 17 mil velas, abrazado de su hijo y protegiéndolo del sonido de los truenos de los fuegos artificiales. Parecía una noche de festejo y con frío, como se escuchaba en el ambiente con la melodía “Tápame con tu rebozo, llorona, porque me muero de miedo”. Parecía que la calavera de cuatro metros que adornaba el escenario cantaba esta melodía a todo pulmón, dando una advertencia: toda una conmemoración llena de color, alegría y rituales.

Hasta que se escucharon disparos.

“Mataron a Carlos Manzo”, gritaban entre los pobladores. Algo común en Michoacán, donde matan civiles, políticos, empresarios, agricultores, activistas sociales y, por último, la verdad. El único error de Carlos es que su apellido era con “Z” (Manzo), porque si hubiera sido con “S” (mansito), sería muy dócil, algo que le gusta a mucha gente: que sean así, mansitos, ante tantas injusticias, aceptando dulcemente la muerte.

Este hecho podría marcar el quiebre de muchas cosas en nuestro país y en el mundo; un suceso que deja ver que todos somos culpables. Desde la madre que engendró, cuidó y no educó bien a su hijo, hasta dejarlo ser un asesino; un joven que buscó adrenalina en manos equivocadas que le abrieron las puertas a la salida a sus problemas. A él no le importó dejar huérfanos a unos niños que sí tenían amor y protección por parte de un ser humano que lo único que buscaba era el bien común, enfrentando los problemas.
Problemas que generan la vida social, política y económica de un país donde los servidores públicos se sirven solos, sin importarles sus obligaciones, por las que juraron y protestaron. Pero la culpa es nuestra, porque nos da igual vivir o morir sin saber realmente a qué venimos, para qué vivimos y por qué morimos.

Estamos en tiempos donde pareciera que ya empezó una tercera guerra mundial. Recuerda que a ellos no les conviene gastar mucho dinero, es más, ni lo tienen, y no quieren tener pérdidas (y no hablo de vidas humanas, sino de pérdidas materiales y económicas, que es lo que a ellos les importa). Te preguntarás por qué digo esto o a qué viene a colación con lo anterior.

¿Pues no se te hace casualidad que ante hechos relacionados con problemas sociales de algunas naciones resurjan manifestaciones con la bandera de One Piece, el “Jolly Roger” de los piratas del sombrero de paja? Ellos, la generación “Z”, buscan la libertad, los sueños, la resiliencia contra la opresión de algunos gobiernos. Estas manifestaciones, algunas pacíficas y otras violentas, han estado en países como Indonesia, Nepal, Francia, Filipinas, Perú, Ecuador y, próximamente, México. Para las principales fuerzas del mundo les sale más barato generar conflictos sociales dentro de las diferentes naciones que costear una guerra mundial.

En México, matar a un hombre de sombrero y político es fácil, ya que la única línea sería el crimen organizado; pero su sello no es así, donde hay mucha gente. Por eso lo dejo en la mesa, como en el caso Colosio: muchos saben que prender la luz de hace muchos años es la guía a la población para iniciar un conflicto social para detener la corrupción, la violencia, la malversación de fondos, la falta de libertad de expresión, el alza de precios y de impuestos. Por eso el gobierno deberá actuar para construir la paz y dejar de ver a un pueblo manso donde, por ahora, todos somos culpables.

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