Son las Sofomes armas de dos filos

Peak, Alivio Capital, Préstamo Feliz, Trínitas, Crédito Real… más las que se acumulen este mes.
Cada vez hay más casos en el País de inversionistas en Sociedades Financieras de Objeto Múltiple (Sofomes) que pierden sus ahorros, a veces de toda una vida.
La receta siempre es parecida: atraídos por altas tasas de interés (de hasta 10 puntos más que Cetes), ahorradores de todo tipo invierten su patrimonio en una Sofom, que les paga puntualmente… hasta que ya no lo hace.
El castillo de altas tasas se derrumba y lo que queda es la tragedia para los inversionistas y tardados pleitos legales con resultados inciertos.
Javier Garza Hoeffer, presidente nacional de la Asociación de Sociedades Financieras de Objeto Múltiple (Asofom), considera que hay un “coctel explosivo” que llevó a ciertas instituciones a incumplir con los pagos.
“Por un lado, está el desconocimiento de la mayoría de los afectados sobre el tipo de inversión en la que se estaban metiendo, pues la Sofom no capta ahorro, es sencillamente un préstamo. Hay muchas Sofomes muy buenas, pero otras carecen de un Gobierno corporativo”, expone.
“Por otro lado, a esto se sumó una severa crisis económica pospandemia con fuerte astringencia crediticia que dejó espacios que cubrieron las Sofomes, para prestar sobre todo a pymes, pues la banca sólo atiende a 3 de cada 10 de ellas”.
Jaime Guerra González, representante de un grupo de afectados de Trínitas, señaló que el estancamiento económico y la amenaza de una recesión afectaron a muchas Sofomes.
“No hay ventas de las empresas y todo esto afecta a los pagos; es un problema no sólo de Sofomes, está creciendo incluso la incobrabilidad en los bancos”.
Una Sofom levanta dinero de inversionistas para prestarlo a empresas o personas que no son sujetas de crédito del sistema bancario. Por eso pueden ofrecer tasas más altas y dado que prestan a sujetos no bancarizados pueden también cobrar tasas mucho más altas, a veces superiores al 50% anual.
Sin embargo, el doble filo para el inversionista es natural: a mayor tasa, mayor riesgo.
Mayor riesgo en dos vertientes: que la institución financiera simplemente preste mal, y en algún momento no pueda cobrar y luego pagar, o que los administradores desvíen los recursos en un esquema piramidal.
Existen dos tipos de Sofomes: las reguladas y las no reguladas, que por mucho son la mayoría.
Las autoridades que en teoría vigilan a las Sofomes incluyen a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la Condusef, la Unidad de Inteligencia Financiera (contra el lavado de dinero) y hasta el Banxico.
Las diferencias reguladoras entre ambas tienen que ver básicamente con dos aspectos.
1 Sólo las Sofomes reguladas tienen la obligación de enviar sus estados financieros trimestrales a la CNBV, que los hace públicos.
2 Respecto al fondeo, la regulada puede emitir deuda en los mercados financieros, mientras que la no regulada típicamente levanta dinero de inversionistas con pagarés quirografarios. Dado que cumplir la regulación puede costar hasta un millón de pesos anuales, la inmensa mayoría de las mil 700 Sofomes en México son no reguladas.
“La mejor sugerencia desde el punto de vista regulatorio sería imponer a las Sofomes un requisito de capitalización en relación al tamaño de los fondos que han levantado, quizá un 10% o 12%”, expuso una directiva.
Hay otro aspecto clave: las inversiones en una Sofom no están aseguradas. En contraste, los ahorros en un banco están cubiertos hasta por 400 mil UDIs por el IPAB (unos 3.3 millones de pesos, entre una o más cuentas de la misma institución).
En conclusión, la inversión en una Sofom puede ser atractiva, pero el peso de equivocarse recae totalmente en el inversionista.
Las buenas prácticas, por lo tanto, dictarían: investigar los portafolios de inversión de la Sofom, pedir estados financieros auditados trimestralmente, saber si la Sofom es regulada, diversificar el portafolio y adecuar las estrategias de inversión a la edad y situación patrimonial del ahorrador.
Y, sobre todo, sobre todo, nunca olvidad el adagio: a mayor tasa, mayor riesgo.
A mayor tasa, mayor riesgo.
A mayor tasa, mayor riesgo.