24 noviembre, 2024

TRAS LA ELECCIÓN DE ESTADO, ¿QUÉ SIGUE?

Andi Uriel Hernández Sánchez
Vocero del Movimiento Antorchista en Veracruz

Sin duda alguna, la del domingo 6 de junio, fue una elección de Estado, en donde Morena utilizando el poder gubernamental echó mano de todos los mecanismos a su disposición, legales e ilegales, para ganar la mayoría de los puestos de elección popular que estuvieron en disputa y que, desafortunadamente, le dio resultados. A nivel nacional, el partido oficialista obtuvo 185 diputaciones federales de mayoría relativa frente a los 107 que logró la coalición Va por México (PAN/PRI/PRD) y se hizo de 11 de las 15 gubernaturas en contienda.

El apoyo del gobierno federal fue evidente. En primer lugar, el presidente López Obrador, hizo de Palacio Nacional la casa de campaña de Morena y él mismo se instituyó en el principal operador electoral, lo mismo descalificando y agrediendo a los opositores que al árbitro electoral, el INE. Además, meses antes del inicio de los tiempos electorales, a través de los Servidores de la Nación, el gobierno federal desplegó una intensa campaña de empadronamiento a los programas de Bienestar de la población en los municipios donde mayores intereses tenían, al tiempo en que amedrentaban a la gente que ya los recibía con quitárselos en caso de que no votaran por los candidatos de Morena el 6 de junio.

Durante la campaña política, los gobiernos morenistas utilizaron el poder del Estado para encarcelar a opositores, inventar carpetas de investigación y orquestar campañas negras en los medios de comunicación para desprestigiar a sus adversarios. Se cometieron más de 86 asesinatos de aspirantes, precandidatos y candidatos de oposición en todo el territorio nacional, más un centenar de atentados fallidos, sin que, hasta ahora, se hayan encontrado a los culpables de estos hechos violentos.

También, como se denunció oportunamente, los morenistas ordenaron a sus representantes de partido visitar a los funcionarios de casilla días antes de la elección para amedrentarlos y cooptarlos y les dio resultados, compraron a los ciudadanos capacitados por el INE para que no se presentaran a sus casillas el 6 de junio y, con la complicidad de los Capacitadores Electorales, los morenistas pudieron sustituirlos con gente afín a su partido.

Doy elementos: el domingo 6 de junio, en el distrito federal 16 de Veracruz (en cuya sede del INE me encontraba yo), hasta las 9:27 am, solamente se habían instalado el 77.5% del total de casillas, la mayoría de las faltantes se ubicaban en la ciudad de Córdoba y presentaban retraso por la ausencia de los funcionarios de casilla. Este retraso en el inicio de la votación, irritó a muchos ciudadanos que se habían apersonado desde temprano y que tuvieron que retirarse sin poder votar. Estos nuevos funcionarios se negaron en, su mayoría, a dar acceso a los representantes de los partidos políticos de la alianza Va por México, a pesar de estar legalmente acreditados y solo con la presión sobre el INE, finalmente accedían.

Es claro, además, que el Gobierno de Veracruz, encabezado por Cuitláhuac García, también operó suciamente para que Morena ganara 18 de 20 distritos federales, 26 diputaciones locales de 30 y 111 ayuntamientos. Se sabe ahora, que muchos de los consejos distritales y municipales del Organismo Público Local Electoral de Veracruz (instalados ex profeso para la elección), fueron cooptados por morenistas. Incluso hay fundadas sospechas sobre el Consejo General del OPLE puesto que hubo retraso en la impresión de las boletas electorales y fueron dispersadas tan solo 1 semana antes de la elección, de forma apresurada y atropellada.

Surgieron en todo el estado denuncias de pérdida de boletas electorales, paquetes incompletos y hallazgo de boletas clonadas (hasta 2 mil en Minatitlán); hace unos días, incluso, el propio Consejo General tuvo que reconocer que en casillas de, cuando menos, 28 secciones electorales de los distritos locales de Tantoyuca, Pánuco, Álamo, Poza Rica, Misantla, Emiliano Zapata, Boca del Río, Huatusco, Cosamaloapan, Santiago Tuxtla, Cosoleacaque, Acayucan, Minatitlán y Coatzacoalcos, se detectó que el número de boletas en las urnas fue superior a la cantidad de personas que votaron según la lista nominal, es decir, que se practicó el embarazo de urnas. Todo esto, sin que nadie sea investigado por delitos electorales.

Además, en 14 municipios, hordas de morenistas derrotados en la elección de esos respectivos ayuntamientos, impidieron que los paquetes llegarán a los consejos municipales del OPLEV, quemaron urnas completas, entraron a las bodegas o impidieron el cómputo de los votos, sin que las fuerzas policiacas del estado hicieran algo para impedirlo. Debido a estas irregularidades, los paquetes tuvieron que trasladarse a la sede del OPLEV en Xalapa, para realizar el recuento total de los votos.

Pudiéramos continuar con todas las irregularidades y atropellos que cometieron el gobierno federal, el gobierno estatal y los operadores morenistas para ganar la elección a la mala, pero no terminaríamos y no todo son malas noticias. El pasado 6 de junio quedó claro que no son la fuerza invencible que dicen ser y que han perdido simpatía entre un importante número de mexicanos y sectores sociales: de 30 millones de votos en 2018, sólo obtuvieron 16 millones ahora, perdieron la mayoría simple de la Cámara de Diputados, por lo que no podrán modificar la Constitución ni desaparecer organismos autónomos a su antojo, tampoco podrán manejar el presupuesto federal como su patrimonio particular, deberán negociar con la oposición, misma que los antorchistas denunciaremos en caso de que se vendan al poder o traicionen sus compromisos de campaña.

Además, Morena perdió 9 de 16 alcaldías en la Ciudad de México, el bastión más importante del lopezobradorismo y la inmensa mayoría de la clase media del país, no solo la de CDMX, les dio la espalda. En el distrito 16 de Veracruz, por ejemplo, la candidata de la alianza Va por México, Janeth García, arrasó 2 a 1 en 81 casillas, en su mayoría ubicadas en las cabeceras municipales, centros históricos, fraccionamientos privados y, por supuesto, colonias antorchistas.

Así las cosas, los antorchistas, debemos tener claro que la lucha no ha terminado, que nuestra labor de organizar y politizar a las clases populares de México debe redoblarse, que nuestro deber de comunicar nuestra aspiración de construir una patria más rica y justa para todos, en donde todos tengamos buenos empleos y mejores salarios, debe resonar más alto y más claro que nunca en todo el territorio nacional. Recuerden compañeros que nuestra lucha nunca ha sido contra algún partido político en particular, menos contra algún político en especial, es contra la pobreza y la desigualdad social, los verdaderos males centrales del país y, en tanto no se les dé solución, no cejaremos ni un instante. Aquí seguiremos, porque estamos convencidos del futuro de nuestra causa. Tras la elección de Estado lo que sigue para los antorchistas es seguir luchando.

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