“Lo único que quiero es que esté mi familia yo sé que algún día se irán como mi bisabuelo (sic)”. Joss (11 años)
Son las palabras escritas en una carta a los Reyes Magos de una niña de 11 años de edad. Su nombre es Josselyn y actualmente cursa el sexto año de primaria.
Joss, como le dicen sus amigos, es una pequeña que vive con sus abuelos, sus tías y su mamá. Ella, al igual que todos, ha tenido que aprender a convivir con la pandemia.
Desde que inició el COVID-19 dejó de ir a la escuela, por lo que no solo extraña las clases presenciales, sino a sus compañeritos, en especial a una niña que lleva su mismo nombre. Lo que añora más es la convivencia con ella, ya que almorzaban juntas y platicaban en el recreo.
Tuvo que adaptarse a las clases virtuales y a hacer tarea todos los días para entregarla cada viernes. Para ella es la misma cantidad de actividades, la diferencia es el día de entrega, ahora es por semana y antes era diaria.
Las distracciones que ahora tiene son varias: dar la vuelta en bicicleta con una de sus tías, jugar con su perrito, dar de comer a unos pollos que tiene su abuela y muy de vez en cuando sube a la azotea a disfrutar del atardecer; por último, ve series o películas.
Como muchos ha vivido de cerca al COVID-19; su mamá fue una de las afectadas pues trabaja en el sector salud. Afortunadamente lo superó.
Sin embargo, la distancia que generó el aislamiento al que debió someterse su mamá le afectó de cierta manera, ya que al no poder tener contacto físico -solo lograban comunicarse por mensajes vía WhatsApp-, le entristecía mucho.
Posteriormente otra persona en su familia enfrentaría al virus. Una de sus tías que es médico. A ella “le dio más fuerte” ya que tenía contacto directo con pacientes con COVID-19.
Esta vez la situación fue más complicada; conseguir los medicamentos no fue fácil, en las farmacias había desabasto. Después de mucho buscar se logró encontrar todo pero a un precio muy alto.
Aunado a esto, la doctora también debió aislarse. Recibía comida en recipientes desechables a través de una ventana y no tenía contacto directo con nadie. Ambas hermanas pudieron superar el virus y regresaron a sus labores, pero fue una experiencia que vivió de cerca una niña de tan solo 11 años.
Su preocupación no solo es la familia, también los médicos porque son el primer filtro para atender a dichos pacientes y a quienes no acatan las recomendaciones, como el uso de cubrebocas, el lavado de manos o usar gel antibacterial, algo cotidiano en la colonia donde vive.
Aunque es una niña se da cuenta de las cosas, escucha a la gente hablar de que llegan nuevos pacientes; quizá por esa razón este año no pidió juguetes, sino algo con más valor: la salud.
“¡Hola Reyes!
¿Cómo están? yo bien les quiero mandar saludos y que les agradezco por todos mis regalos, pero este año como esta situación está fuerte quiero que me regalen lo que quieran, lo único que quiero es que esté mi familia, yo sé que algún día se irán como mi bisabuelo, pero si ustedes me regalan algo o no me regalan algo, no importa, espero que se cuiden. ¡Saludos!
Saludos a baltazar, melchor y gaspar
Los quiero”