Las consecuencias de la detención de José Manuel del Río Virgen.
Editorial
Miguel Ángel Gómez Ruiz
La detención de José Manuel del Río Virgen, exalcalde de Tecolutla y diputado federal en dos ocasiones, fue la respuesta del gobernador Cuitláhuac García Jiménez al Senador Ricardo Monreal Ávila, que pugnó no sólo para la liberación de seis jóvenes detenidos por supuestos ultrajes a la autoridad, sino de todos aquellos afectados por un delito creado para satisfacer intereses políticos.
Las pruebas allí están, entre los detenidos hay presos políticos, como los casos de los perredistas Rogelio Franco Castán y Gregorio Gómez, y también cientos que no tienen qué ver con la política, pero que han sido privados de su libertad sin que tengan siquiera la certeza de que tendrán pronto un juicio.
Si realmente la intención de Cuitláhuac García Jiménez fue afectar la imagen de un político con la sapiencia y experiencia de Ricardo Monreal, se equivoca. No da buena imagen que alguien que no está a la altura de sus adversarios les enfrente sujetándose de los huevos de alguien más.
Para terminar pronto, el gobernador de Veracruz, que ha seguido la misma estrategia del presidente López Obrador, no ha hecho gran cosa en los últimos tres años, no sólo porque no sabe, sino porque no tiene la iniciativa de hacerlo, pues para todo –y lo aprendió bien- le echa la culpa a la oposición, cuando pasaron tres años ya en los que no cabe poner pretextos.
Peor aún, se enfrenta a alguien de su propio partido, que sabe, conoce y tiene mucha más experiencia en la política que él.
Quizá la esperanza de Cuitláhuac García esté basada en el que el presidente le dará la razón, pero si lo piensa bien, se dará cuenta que apresar a funcionarios que laboran con un Senador no es cualquier cosa. Por darles un ejemplo, el mandatario veracruzano firma cartas y exige que el INE realice la consulta de revocación de mandato del presidente, pero rehúye a la consulta que debiera realizarse en Veracruz pues algo es seguro, su puntaje de aceptación siempre ha sido bajo, peor que los gobernadores Cuauhtémoc Blanco y Miguel Barbosa, bastante malos también.
Algo es seguro, Ricardo Monreal tiene una vida dentro de la política. Quizá a muchos no les simpatiza, pero tiene más tablas –inclusive- que Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, así de simple, pero luchará para que no haya injusticias en Veracruz, ni en ningún otro lugar.
En tanto, Cuitláhuac García Jiménez debe reflexionar sobre el tema, pues no cuenta con una fiscal muy lista, mucho menos con asesores que le sirvan mucho. Imagine usted a su secretario de gobierno, Eric Cisneros, muriendo de risa sobre la detención de José Manuel del Río Virgen y sobre los efectos de la misma, pues el gobernador es quien recibe todo el golpeteo.