La delgada línea entre mi opinión y la tuya
Por. Julio Vallejo
No es tuyo ni mío, pero si nuestra responsabilidad
Xalapa, Ver., 26 de noviembre 2025.- La inmensa mayoría de los seres humanos que nacen en este universo son producto de una relación de dos personas que se aman; otras, por un descuido y no necesariamente de las manos; y por último, lamentablemente otras por abuso sexual. El resultado, es la creación de una vida que sabe sobrevivir, pero no cuándo morir, sin importarles el por qué de nacer, el para qué de crecer y, principalmente, el sentido de la vida.
Esta travesía nos lleva a viajar por el camino de la existencia, donde la primera pregunta sería: ¿los hijos son de nuestra propiedad o solo son seres humanos que debemos, amar, custodiar, guiar y respetar?
En muchas ocasiones, durante una discusión de pareja, se oye la frase femenina: “Me llevo a mis hijos porque son míos”, mientras que la parte masculina, por lo general, se ve obligada a respetar la idea, aunque no la comparte. Esto es lo que ordinariamente sucede, porque se piensa y cree que es lo mejor para ellos y, en ese sentido, para los hijos.
Sin embargo, los hijos tienen que realizarse por ellos mismos. No dejando aún lado, que como padre, tú eres el principal modelo a seguir. Por consiguiente, el objetivo del padre y la madre es que ellos sean la mejor versión de sí mismos.
A los hijos, desde que nacen, hay que fomentarles el amor propio, el amor y el respeto a su padre y madre. Debemos enseñarles, por medio de la confianza, la seguridad y la independencia, a tomar las decisiones futuras que mejor les convengan. El sentimiento de propiedad de los hijos puede perjudicar su desarrollo emocional y su propia autonomía. Sin olvidar, que para que un niño crezca feliz necesita de su padre y de su madre.
Un niño tampoco suele comentar qué pasa en casa, porque todo lo ve normal. Sin embargo, hay escuelas que los apoyan escuchando y detectando el comportamiento de los infantes, pero faltan más acciones de prevención emocional y psicólogica.
Solo imagina un papá alcohólico, una madre ausente y que en la escuela le dicen que no sirve para estudiar y sus compañeritos le hagan bullying. El niño siempre crecerá con la idea de que no es bueno para nada y pasará a ser una cifra más de los alumnos desertados, quienes podrían llegar a ser los próximos sicarios.
Un niño debería ir a la escuela sonriendo, bien dormido, bien alimentado, con todas las ganas de aprender y jugar. Sin embargo, hay niños que llegan solos, el uniforme incompleto, sin planchar, sin útiles o sin desayunar. Esto genera entre los niños una desigualdad que, a temprana edad, si no la asimilan, puede crearles un dolor emocional. Por eso, toda acción o sufrimiento emocional se debe atender inmediatamente como padres, para que después no nos estemos lamentando y reclamando la culpa de quién es el hijo, quién lo crio y, por último, quién lo educó.
Así que los padres deben quitarse la idea de que los hijos son de su propiedad y solo velar por la integridad y el amor hacia ellos, e inculcarles que el mundo simplemente existe y que lo que hagamos en esta tierra será la semilla del futuro.