La delgada línea entre mi opinión y la tuya

Por Julio Vallejo.

La parábola del mango

Xalapa, Ver., 17 de abril 2024.- Al pasar por la esquina del viejo barrio por donde resido, un vagabundo esculca la basura. Sus ojos reflejan la tristeza que carga por dentro; segundos después se ven invadidos por la chispa de la vida al encontrarse un mango a medio tambo, entre lo que nosotros llamamos basura.

La fruta está a media descomposición igual que el hombre, cuyas uñas largas y sucias empiezan a encuerarla y deja a un tipo hambriento con la muela semi llena.

La vida nos enseña segundo a segundo –dependiendo tu recorrido- a comprender que tan frágiles somos y qué tanto valor nos damos como personas.

El hecho de percibir como dos productos se nutren uno del otro, nos vuelve cada día más vulnerables en el universo donde el que está como desecho le da sentido a otro que trata de sobrevivir.

Cuando sientas que todo está perdido y tienes una tormenta que no te deja un lugar seco en tus días nublados, reflexiona sobre tus valores, pasiones, acepta los cambios como oportunidades, respétate a ti mismo y agradécele al universo el seguir vivo, ya que alguna misión tendrás en tus ciclos.

Sentirse perdido en la vida es una sensación que todos en algún momento lo hemos experimentado. Mientras más anhelas algo y no lo tienes, el tiempo se encarga de ponerlo en su lugar, ya sea para seguir viviendo o para seguir aprendiendo.

Por eso antes de juzgar al mendigo, aprendí que en esta vida hay que aceptar el sentimiento que la persona exprese y no decirle como debería o no debería estar o sentirse. Por eso hay que recordar en no ser egoísta y empezar a sentir más afecto por los que nos rodean.

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