Contrapunto
Miguel Ángel Gómez Ruiz
La 4ª. Transformación
De 2018 a la fecha, la 4ª transformación se da en todo el país. En algunos estados con efectos negativos, en otros, hay resultados no sólo negativos, sino alarmantes.
A pesar del fervor que profesan muchos seguidores –que hoy están igual o peor que antes de 2018- del presidente, los resultados están a la vista de todos:
Sigue sin haber crecimiento económico y eso se traduce en falta de circulante (dinero) y una profunda inflación; la inseguridad aumentó en muy alta proporción, mayormente en estados gobernados por Morena: Colima, Michoacán, Guerrero, Sonora, Oaxaca y Veracruz.
El huachicoleo está en sus más altos niveles; el robo de gasolina aumentó en el sureste veracruzano; no hay empleos; cada vez ingresan más migrantes por el sur del país y hay un desorden mayúsculo en estados como Chiapas, Tabasco y un tanto en Veracruz porque los migrantes avanzan sin freno y exigiendo todo.
La crisis sanitaria sigue, pues no hay medicamentos, ni vacunas como en anteriores sexenios y la desatención aumenta; los gobiernos –principalmente de Morena- están más empeñados en adoctrinar a su población con temas de izquierda que en lograr un equilibrio económico y mayor desarrollo.
Y así, esa aplanadora que muchos presumen, ha endilgado poco más de seis millones de pobres en tres años y más de 110 mil personas asesinadas, superando por mucho los gobiernos de Calderón y Peña Nieto.
Pero mucha gente se ve contenta, porque recibe un recurso mínimo cada dos o tres meses, recurso que apenas les alcanza dos o tres días y después seguirán en la pobreza. No, no es verdad que un gobierno federal esté obligado a dar dinero a la gente, no está en la Constitución Política del país, pero muchos lo agradecen porque creen que es un buen detalle y un gesto maravilloso de un presidente con poca capacidad, pero mucho verbo.
Los beneficiados –que no todos- son una herramienta importante para el gobierno, pues son votos seguros, están cautivos, atrapados en ese deseo de poder y por ello son utilizados a placer.
Si el gobierno fuera responsable y tuviera el dinero que dice tener haría obra pública. Sin duda que banquetas, calles pavimentadas, energía eléctrica, drenaje y agua serían una solución perfecta para mejorar la condición de mucha gente, pero el gobierno prefiere dar una limosna aún y cuando esas personas sigan viviendo en casas inhabitables y sin los servicios básicos.
Y el objetivo ha dado resultado: jóvenes –no todos- con becas y sin estudiar ni trabajar. Son votos seguros. Con todo y que no hacen nada productivo con su dinero.
A jóvenes de secundaria y bachillerato les llega dinero sin importar que sus calificaciones sean peores cada vez. No hay motivación, sólo anuncios alegres que habrá becas y todo se resolvió para el gobierno, pero para la gente no.
No hay incentivos para los empresarios, no han llegado empresas foráneas porque tienen miedo de invertir en un país que está destinado a ser de izquierda y con las izquierdas desaparecen las empresas o bien, sus gobiernos las requisan y si quieren no las pagan, como ocurrió con Cuba.
En fin, hay mucho qué analizar con este gobierno. Demasiado. No se ve a corto plazo un mejoramiento en la situación del país, de hecho, la inflación está en 7.72 por ciento y no hay para cuando baje. El control de precios que pretende el gobierno será un fracaso y hoy, por ejemplo, la canasta básica aumentó un 200 por ciento.
Y los seguidores del presidente, felices, no se sabe por qué, pero así se ven, aunque estén cada vez más pobres y sin futuro.
Sin resolverse situación de la magistrada Yolanda Castañeda
Para hablar sobre la trayectoria de la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros se requiere de mucho espacio, sobre todo porque su trabajo en el Poder Judicial de Veracruz fue excepcional.
Después de dejar la música clásica, en la que mostró fue un talento único, decidió estudiar leyes con el objetivo de seguir una carrera judicial y apoyar a los más necesitados.
Estudió derecho en la Universidad Veracruzana y obtuvo el mejor promedio en su generación. Estudió Criminología y derechos humanos en la Universidad de Girona y Juicios Orales en California Western School of Law. Recibió en 2011 el Premio Nacional al Mérito Judicial y la ministra Margarita Luna destacó la trayectoria excepcional tanto judicial como académica y agregó que los veracruzanos debían sentirse orgullosos de Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros.
Fue nombrada en 1994 magistrada supernumeraria y en 1997 magistrada numeraria, elevada a inamovible mediante un decreto de la Legislatura del Estado.
Como era inamovible, pareció una broma de mal gusto que en agosto de 2021 haya sido despedida del Poder Judicial, pues ella ya era magistrada cuando se aprobó una ley que impulsó Miguel Ángel Yunes Linares para que los magistrados que cumplieran 70 años dejaran el cargo, debido a que la ley no es retroactiva.
El talento de la magistrada está allí, la trataron de humillar y lastimar al no pagarle sus prestaciones de 2021 y todo por un entramado creado por la presidente Isabel Romero Cruz y la administradora Joana Marlén Bautista, la misma que se deshizo de mil 609 millones de pesos en apenas nueve meses el año pasado.
Peor aún, ambas mujeres no pueden explicar cómo desaparecieron los fondos de retiro de magistrados y de Impartición de Justicia. El dinero ya no está y para obtenerlo también fue una lucha de años por parte de la magistrada Castañeda Palmeros.
Anteriormente, el Poder Judicial de Veracruz ocupaba los primeros lugares en impartición de justicia en el país. A partir de la llegada de Morena en 2018, todo se vino abajo y la corrupción es la principal muestra de que “los que se dijeron distintos” están al frente.