CON MORENA GOBERNANDO, YA ESTÁBAMOS MAL ANTES DE LA PANDEMIA
Andi Uriel Hernández Sánchez.
Frente al fracaso del gobierno del presidente López Obrador en un tema tan importante como el crecimiento económico del país, es cada vez más frecuente leer y escuchar de los defensores del régimen, intentos de justificar esta situación como un resultado inevitable de la pandemia y de la crisis mundial. Sin embargo, esto no es del todo cierto, pues desde la llegada de Morena al poder la economía empezó a estancarse y el desempleo y la pobreza comenzaron a crecer aceleradamente entre los mexicanos.
El crecimiento económico del país ya presentaba números rojos, pues en 2019 el Producto Interno Bruto creció apenas 0.1%, lo que repercutió en la pérdida de 400 mil empleos formales, según datos del INEGI. En el primer trimestre de este año, antes de que el covid-19 golpeara duro, el PIB cayó -2.2% y se perdieron otras 130 mil plazas laborales. Es decir, ya íbamos muy mal y se puso peor. Naturalmente, el confinamiento y la baja circulación provocadas por la pandemia, golpeó muy duro la economía de las familias mexicanas, pues el 60% de la población trabaja en el sector informal, sin prestaciones ni ingresos, familias que, según el Coneval, no disponen de dinero suficiente ni para adquirir los insumos de la canasta alimentaria básica.
Si bien es cierto que la crisis económica es mundial, fueron muy pocos los países donde los gobiernos se quedaron con las manos cruzadas ante el problema, como sucedió con el Gobierno de México, muchas naciones del mundo instrumentaron programas especiales con la finalidad de apoyar a la población sin ingresos y de salvar las fuentes de trabajo. El presidente López Obrador se negó a brindar algún tipo de apoyo emergente a la población, ni siquiera de carácter alimentario. De ahí que el segundo trimestre del año la caída del PIB haya sido de -18.9% y que el INEGI estime que más de 20 millones de mexicanos hayan perdido sus ingresos, tanto en el sector formal como informal.
Antes de la pandemia llevábamos un año con la economía del país en picada, debido, entre otras cosas, a las incertidumbres que genera la política del presidente entre los inversores, pues con la mano en la cintura ordenó cancelar proyectos importantísimos como el Aeropuerto de Texcoco, y también al terrible recorte al gasto público, recordemos, sólo como un ejemplo, que en 2019 se eliminó de tajo el ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación con el que los alcaldes, diputados y gobernadores podían etiquetar recursos para la construcción de importantes obras públicas en beneficio de la población como carreteras, escuelas, hospitales, vivienda, introducción de servicios básicos, etc. Así que sin inversión pública y ahuyentando a la privada el actual gobierno contribuyó arduamente a que la crisis económica fuera más aguda que en otras partes del mundo.
Resulta una burla, decir que a partir de agosto “ya vamos a recuperarnos”, sin decir, al mismo tiempo, cómo y con qué se lograra eso, y es que no hay plan solo decálogos llenos de demagogia y buenos deseos. Pues, aunque el presidente espera que se generen 2 millones de nuevos empleos de aquí a diciembre de este año, esto no ocurrirá por arte de magia y menos ahora que cientos de empresas han quebrado.
La cifra es engañosa porque dentro de esos “empleos” se contabiliza a los beneficiarios de programas sociales como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo al Futuro, que en sentido estricto no son empleos, porque carecen de prestaciones laborales. Además, en el caso de los becarios de JCF son puestos de trabajo con una duración de solo 1 año, sin posibilidad de extenderse y sin ninguna garantía de que los vayan a contratar de planta en las empresas y dependencias del gobierno en donde se estén capacitando. Otra vez, las cifras alegres del presidente, buscar torcer la realidad a su capricho.
La verdad es que no hubo un plan serio para apoyar a la población en medio de la pandemia y tampoco lo hay para reactivar la economía del país. Lo que sí hay son distractores, como la rifa del avión presidencial, tramas teatrales como el caso Lozoya y “festejos patrióticos” en medio de la pandemia. Sin embargo, no se podrá negar eternamente la realidad, pues las consecuencias de la crisis económica y de la falta de apoyos será el incremento de más desempleo y más pobreza para las clases trabajadoras. Y ante el hambre y enojo de los mexicanos no habrá distractor alguno que sirva.
Como se dijo, la situación del país ya era mala con López Obrador al frente del gobierno desde antes de la pandemia, quizá ésta sólo vino a acelerar el proceso natural de descomposición de la 4T, a desenmascarar más rápidamente su verdadero rostro y mostrarlo como un gobierno incapaz e insensible ante la necesidad del pueblo pobre de México. Por ello, los mexicanos deben saber que no solo fue el coronavirus el responsable de que su situación económica empeorará, fue la combinación de una pandemia y un muy mal gobierno, deben tener claro que la crisis severa que atraviesa el país sí es responsabilidad de López Obrador y su gobierno, aunque sus apologistas quieran echar la culpa sobre otras espaldas.
El próximo año habrá elecciones en todo el país y aunque tal vez sea muy pronto para llamar a votar por uno o por otro partido, pues es necesario que los mexicanos analicemos las propuestas y reflexionemos severamente nuestro voto, sí es el momento justo para llamar a no votar por los candidatos morenistas. Se necesita un contrapeso real al autoritarismo y a la irracionalidad presidencial, por ello es necesario que, en el Congreso Federal, en los congresos locales y en los ayuntamientos, exista más pluralidad de fuerzas políticas. Darle todo el control del presupuesto al presidente López Obrador y a su partido ha resultado ser muy dañino para el país.