24 noviembre, 2024

A los pobres solo les dan derecho a escoger entre morir de hambre o de COVID-19

Por: Indra Junueem Vela Aguilar

¿Cuántas de estas personas no han tenido que plantearse durante estos meses la disyuntiva de morir de hambre o de Covid-19? Ese es el planteamiento que durante cada día se enfrentan en todo el mundo personas como Imelda Aguilar, “me contagie de covid-19, mientras trabajaba para poder alimentar a mis 2 hijos y poder inscribirlos a su escuela. Usé cubrebocas todo el tiempo, pero trabajamos encerrados a cuatro paredes sin ventilación”, son las palabras de una obrera cordobesa, quien, con lágrimas en los ojos y un dolor en el pecho, relata que hace 4 días dio positivo a Covid-19. Además, temé que se agrave su salud, pues el hospital para pacientes Covid-19 más cercano, es el Hospital Regional de Río Blanco, el cual, según información del mismo personal de ese nosocomio, cuenta sólo con 14 respiradores automáticos para estos pacientes, de los cuales 11 ya están ocupados.
Este es el panorama con el que se enfrentan día a día los veracruzanos contagiados por el coronavirus, con los hospitales saturados a su máxima capacidad. En Veracruz, existe una alta ocupación hospitalaria por coronavirus. Según el sistema IRAG, 10 nosocomios están al 100 por ciento, 4 arriba de 90 por ciento y 3 con más de 80 por ciento.
Los últimos 30 días han sido los de mayor contagio de covid-19 para los veracruzanos, siendo los municipios de Veracruz, Córdoba y Xalapa donde se han presentado la mayoría de los casos; mientras donde más fallecimientos se registraron fueron Tuxpan, Veracruz y Xalapa. Según los datos reportados por la misma Secretaría de Salud de Veracruz, los casos positivos por COVID 19 en el estado suman 108 mil 444, así como 12 mil 301 defunciones y 3 mil 532 casos activos por día (hasta el 07 de septiembre).
Raciel Guzmán es el hijo mayor, con 17 años de edad, de una madre de familia que permanece aislada y que posiblemente requiera oxígeno para poder respirar correctamente, ya que su oxigenación ha estado bajando, “ver a mi mamá enferma de covid-19 y saber que no contamos con los recursos suficientes para que sea atendida es horrible. La madrugada de hoy mi mamá sólo oxigenaba hasta el 65%, tenía que ser atendida, pero en el IMSS o ISSSTE no te atiente ni no tienes seguro, en el hospital Civil Yanga no la atendieron porque no había camas y para poder atenderla debe registrar un nivel de oxigenación menor al 50% según la enfermera que nos atendió. En particular no pudo ser atendida porque tienes que pagar 70 mil pesos por noche adelantado”.
Es así, como los veracruzanos se encuentran ante la disyuntiva de salir a trabajar para poder mantener a su familia, pero bajo el riesgo de contagiarse de coronavirus, o quedarse en casa sin ingresos para el sustento diario, además de una larga lista de deudas y pagos de los servicios básicos, como lo son: electricidad, agua potable, gas, etc.

Regreso a clases en el peor momento

    Aunado a lo anterior, se agregó el regreso presencial a clases, aunque en Veracruz sólo regresaron a las aulas el 40 por ciento de la población estudiantil; apenas han pasado dos semanas y escuelas de diferentes municipios han tenido que volver a cerrar por los brotes de contagio, pues muchos maestros y estudiantes han dado positivo al virus Sars-Cov-02.
    Raciel, además es uno de los jóvenes que a través de sus redes sociales ha denunciado que es un homicidio el regreso a clases presenciales, “lejos de asegurar la educación, lo único que asegura es el contagio masivo de covid-19. Los menores de edad que somos la mayoría de estudiantes ni siquiera estamos contemplados en el plan de vacunación”.
   El virus ha llegado a niños y jóvenes con la tercera ola. El Sistema de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA) del gobierno federal difundió que, en la primera semana de agosto, 59 mil 127 menores de edad se contagiaron de Covid-19 y 605 murieron. Pero, por ahora, los niños y adolescentes menores de 18 años siguen sin estar contemplados por el gobierno para ser vacunados. 
 A pesar del creciente número de contagios en menores de edad, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, declaró que la inmunización no está contemplada para ellos en el corto plazo, dentro del Plan Nacional de Vacunación debido a que no lo recomiendan los especialistas; sin embargo, en otros países ya están vacunando a niños y jóvenes para reducir los contagios.
   Diversas organizaciones, asociaciones y federaciones han reprobado el regreso a las aulas, pero sin duda quienes más se han hecho escuchar son los estudiantes  organizados en la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), los cuales se han manifestado y no están de acuerdo con el regreso a clases, ya que no existen las condiciones ni de salud ni de infraestructura, desde antes de la pandemia había miles de escuelas en pésimas condiciones y ya con la pandemia con un descuido total, sin obra educativa y sumando la inseguridad que se vive, la mayoría de ellas han sido saqueadas, lo que haría un fracaso total el aprendizaje que se pretende tener. 

Pandemia agravó crisis alimentaria

Todo esto nos lleva a la conclusión de que a los pobres solo les dan derecho a escoger entre morir de hambre o de covid-19, si salen a trabajar se arriesgan a ser un contagio más de la lista, si no salen, no tendrán ingresos para mantener a su familia y esto los llevaría a situaciones de pobreza extrema.
El hambre es una de las peores catástrofes padecidas por la humanidad, la cual no ha podido ser erradicada debido, fundamentalmente, a la mala distribución de la riqueza y no a la falta de alimentos. En el sistema capitalista, la clase trabajadora accede a la riqueza que genera, pero lo hace solo por el equivalente a su salario. De esta manera, el mercado decide quién puede satisfacer sus necesidades y quién no. Está claro que, bajo el dominio de este sistema económico, los pobres de la Tierra no pueden alimentarse, aunque el planeta esté inundado de alimentos.
El fenómeno del hambre en México no consiste en la disponibilidad de alimentos, sino en la falta de ingresos monetarios para que las familias puedan adquirirlos. Es un problema de acceso. México sufre las consecuencias de las acciones del todopoderoso capitalismo, que prohíbe el disfrute de los bienes a quienes los crean.
Los mexicanos deberían exigir a sus gobernantes que acaben con el tormento del hambre de una vez por todas y para siempre. ¿Es posible?, sí, es posible. Siempre y cuando el Estado se comprometa en serio a erradicar el flagelo. Simular el papel de gran benefactor, regalando dinero en efectivo al pueblo pobre y hambriento, en vez de acabar con el problema, lo eterniza.
Para desarrollar el potencial de México como nación, se necesita eliminar el hambre de raíz. No podrá construirse una nación más justa y próspera si el sector agropecuario sigue produciendo casi exclusivamente para alimentar a los países ricos mientras que un tercio de su población padece hambre.
En términos sociales, a toda esta adversidad se agrega la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de la población mexicana, cuya depreciación es cercana a 80 por ciento.
La inseguridad alimentaria, relacionada con la imposibilidad de las personas para conseguir alimentos nutritivos y de calidad, se asocia directamente con la incapacidad de una persona para el desempeño laboral y escolar; implica escasez de los productos y baja calidad de éstos.
De acuerdo con los especialistas y con los organismos internacionales dedicados al estudio del tema, el creciente problema de la inseguridad alimentaria hoy no sólo perjudica a la población pobre, también ha afectado a la clase media, que se ve obligada a comprar alimentos de baja calidad y potencialmente nocivos tanto por su fabricación industrial como por su manipulación orgánica y ambiental.
Aunque el hambre puede evitarse, en 2020, más de 690 millones de personas la padecieron y, este año, en plena era Covid-19, habrá más de 330 millones de hambrientos, privación que se opone a las multimillonarias ganancias de trasnacionales de la industria.
Los investigadores señalaron que el fin de la pandemia “dependerá de la capacidad de los ciudadanos para exigir al gobierno que ponga los frutos de la ciencia al servicio de todos y no de sus propios intereses políticos”. Hoy, con la tercera ola en marcha, ha quedado evidenciada la baja capacidad de respuesta del gobierno de AMLO ante el pueblo de México.
Ante esta realidad, no hay duda. Los mexicanos no puede negar ni escapar a la realidad que le rodea, los hechos mencionados exhiben que el gobierno morenista, es un gobierno tiránico y despótico, que no tiene pies ni cabeza, pero sobre todo, que no es un gobierno a favor de los pobres y desprotegidos.

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