27 noviembre, 2025

La Arena Macuiltépetl: Una Obra Lista, Pero Atrapada en la Burocracia

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Por: Javier Moreno.

En el corazón de Xalapa, la Arena Macuiltépetl —mejor conocida como el Nido del Halcón— se erige como un símbolo de lo que podría ser un gran avance para el deporte y la cultura en Veracruz. Con capacidad para 8,000 espectadores, estacionamiento subterráneo, cancha reglamentaria (que incluso se mejoró y ajustó de acuerdo a la reglamentación FIBA, organismo internacional de Basket Ball) y zonas modernas para prensa y vestidores, esta infraestructura representa una inversión significativa en el bienestar público. Sin embargo, a pesar de que la obra está prácticamente lista, a la fecha no se ha podido concretar tanto la entrega del inmueble, como la recepción del mismo.
La constructora encargada ha sido blanco de señalamientos por parte de algunas autoridades, en el sentido de que han retrasado la entrega. Sin embargo, la realidad parece ser que el problema radica en los procesos administrativos del gobierno y no un problema causado por el constructor; pero veamos: primero hablemos de la supuesta “no entrega” de la obra. Fuentes confiables indican que la Arena Macuiltépetl ha alcanzado un estado de finalización física que permite su uso inmediato, con certificaciones técnicas que avalan su cumplimiento. Esto es una realidad que cualquiera que visita esta magna obra puede constatar. Sin embargo, la administración de Rocío Nahle ha optado por no recibirla formalmente todavía, argumentando la necesidad de revisiones exhaustivas por parte de entidades como la SIOP, la Secretaría de Finanzas y Planeación (SEFIPLAN) y la Contraloría General del Estado. Estas revisiones, aunque necesarias para garantizar la calidad, han prolongado innecesariamente el proceso, con proyecciones de que la entrega podría demorarse hasta mediados de 2026.
No obstante, el retraso no es atribuible a la constructora Checa S.A. de C.V., sino a un protocolo gubernamental que, en teoría, busca transparencia, pero en la práctica genera perjuicios económicos y sociales. Imagínense: una arena lista para albergar eventos deportivos, conciertos y actividades comunitarias, pero paralizada por papeleo. ¿Quién pierde? Los veracruzanos, que podrían estar disfrutando ya de este espacio.
Otro punto de controversia en este proyecto han sido los costos. Se ha criticado a la constructora por una supuesta “alza” en el presupuesto, que pasó de 730 millones de pesos iniciales a 958 millones. Pero esto no fue un incremento arbitrario por parte de la empresa; fueron adecuaciones necesarias al proyecto original, que presentaba deficiencias técnicas graves y que tuvieron que adaptarse a la reglamentación de Protección Civil para darle funcionalidad y operatividad, por ello la variación en los costos de la obra. Analizando esto, no es difícil entender que no hay sobre costos, sino un aumento de presupuesto por mayores cantidades de Obra.
También se sabe que la SIOP, a través de su gerencia de costos y proyectos, analizó los costos de todas las etapas contratadas, concluyendo que los presupuestos acordados están dentro de los costos de mercado vigente.
En relación a la suspensión temporal de los trabajos, motivado por procesos jurídicos abiertos, cabe recordar que la Gobernadora Rocío Nahle ya había comentado al respecto que ese proceso está concluido y sobreseído. Por otro lado, problemas como la acreditación del terreno que también se han mencionado, nunca ocasionaron que la obra se detuviera en ningún momento y fue finalmente un problema que resolvió el mismo gobierno; la constructora nunca tuvo nada que ver en eso. Y por si esto fuera poco, en relación a la auditoría sobre el desvío de recursos o posible daño patrimonial por 11 millones de pesos practicado al Instituto veracruzano del deporte, es importante precisar que este nada tiene que ver con la construcción de la Arena Macuiltépetl.
Una vez que se analiza lo anterior, no es difícil entender que la constructora no “alzó” los costos por capricho; respondió a requerimientos oficiales para entregar una obra de calidad. Criticar esto sin contexto es injusto y distrae de las verdaderas responsabilidades: un diseño inicial insuficiente heredado de administraciones pasadas.
Por otro lado, el tema de las auditorías y los pagos pendientes revela una doble moral preocupante. La Arena Macuiltépetl ha sido sometida a revisiones por el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS) y otras instancias, y hasta la fecha, no se han reportado observaciones que imputen irregularidades directas a la constructora. Se sabe que, en cuanto a las revisiones exhaustivas, se han pasado por dos etapas, en las que no hay ningún señalamiento y hay actas que así lo consignan. Los Contratos, que distinguen la segunda y tercera etapa, tienen formalizados convenios, que motivan y fundamentan la ejecución de conceptos adicionales y extraordinarios, que no estaban contemplados en los proyectos originales. La contratista informó hace unos días que entregó formalmente la segunda etapa, el día 21 de agosto del presente a la entidad contratante, Espacios educativos.
Así mismo, directivos de la empresa han comentado que la tercera etapa de auditoría está contemplada para principios de año y se sabe que tiene que ver únicamente con el equipamiento del recinto, ante lo cual se vislumbra que también pasará sin ninguna observación, ya que según dicen fuentes de la empresa constructora, ya se adquirió todo lo necesario con base en el proyecto y hay toda la documentación para respaldarlo.
A pesar de esto, las últimas declaraciones de las autoridades inmersas en el proyecto siempre señalan auditorías adicionales antes de la recepción formal, lo que ha resultado finalmente en la retención de facturas pendientes. Esto no solo afecta a la empresa, sino a proveedores locales y trabajadores que dependen de estos pagos. Si las auditorías confirman la ausencia de problemas —como indican reportes preliminares—, ¿por qué la demora? Parece un caso de burocracia excesiva que castiga al sector privado mientras el erario público se beneficia de una obra ya construida. La sociedad debe exigir celeridad: auditar es válido, pero paralizar es inaceptable.
Al día de hoy se sabe que la contratista CHECA, ha informado a espacios educativos que se encuentra en la etapa de pruebas y puesta en marcha de todos los sistemas del recinto, por lo que en breve podría entregarse a la entidad contratante. Aún no se define el mecanismo o la figura que operará el recinto también conocido como “El Nido del Halcón, por lo que los procesos de sesión de derechos de la energía eléctrica y la capacitación hacia el personal que operará el recinto aún están por definirse.
En conclusión, la constructora de la Arena Macuiltépetl merece reconocimiento por superar obstáculos técnicos y entregar un proyecto viable, no señalamientos infundados. El verdadero reto está en que el gobierno estatal acelere las revisiones, reciba la obra y pague lo debido. Veracruz necesita infraestructuras funcionales, no polémicas eternas. Solo con transparencia y colaboración se logrará que este “Nuevo nido en un halcón” vuele alto para todos.

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