Identifican biomarcadores para detección temprana de cáncer de mama
Fabiola Méndez / Perla Chávez / Daniela Gutiérrez / Nycol Herrera
El cáncer de mama ocasiona la muerte de 12 mujeres al día en México, de acuerdo con Alejandro Zentella Dehesa, investigador del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBO) de la UNAM. Es la principal causa de defunción entre ellas, tanto en nuestro país como a nivel mundial.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2022 se diagnosticaron 2.3 millones de nuevos casos y 665 mil defunciones por dicho padecimiento en el orbe. Por ejemplo, refiere Zentella Dehesa, México y Estados Unidos tienen la misma incidencia de cáncer de mama, pero aquí fallece el doble de mujeres y la razón se debe a que se detecta tardíamente.
Conforme a las cifras preliminares de las Estadísticas de Defunciones Registradas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2023 hubo ocho mil 34 muertes por cáncer de mama en la población de 20 años y más; el 95 % de los fallecimientos, es decir, siete mil 992 ocurrió en mujeres, mientras que en los hombres se registraron 42. El mayor número de defunciones estuvo en el grupo de 60 a 74 años con 2 mil 598. La tasa de mortalidad en mujeres de 20 años y más, a nivel nacional, fue de 17.9 por cada cien mil (https://en.www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2024/EAP_LuchaCMama24.pdf).
Aunque la tasa de incidencia ya no crece al ritmo de años anteriores, detalla el investigador, el número de casos sigue en aumento y “hoy está apareciendo antes de los 40 años, en edades tempranas, incluso entre los 15 y 20 años”.
Ante dicha situación, especialistas del IIBO, por medio del Programa de Investigación en Cáncer de Mama (PICM) –en el que también participan investigadores de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán y del Centro de Cáncer del Centro Médico ABC–, identificaron biomarcadores para la detección temprana de ese tipo de cáncer.
El PICM es un proyecto multidisciplinario que desde 2014 se encarga de analizar la enfermedad a nivel biológico, molecular y genético; además colaborando con grupos clínicos que aportan la problemática e información de pacientes con cáncer de mama.
Hábitos y conductas no saludables
El cáncer de mama tiene un impacto significativo no sólo entre quienes viven con este padecimiento, sino también a nivel familiar y comunitario, pues, en estadios avanzados, implica toda una cadena de desenlaces desfavorables, señala Marcela Agudelo Botero, académica del Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Advierte que debido a que muchas de las muertes por esta enfermedad se están presentando, cada vez más, en edades tempranas, se ha generado en la salud de las mujeres una carga considerable, pues constituyen más del 90 % de los casos, ya que este cáncer también afecta a los hombres, aunque en menor proporción.
“Como en otras enfermedades no transmisibles, el cáncer de mama está asociado estrechamente con hábitos y conductas no saludables”, indica. Un ejemplo de ello, sostiene la especialista, es el consumo excesivo de carbohidratos, alcohol y tabaco, así como la inactividad física.
Otros factores de riesgo, destaca, son vivir con obesidad, el historial reproductivo (edad de inicio del periodo menstrual y del primer embarazo, la no lactancia materna, uso de tratamiento hormonal posterior a la menopausia), exposición a radiación, entre otros. A pesar de esto, menciona que hay una carga genética y factores de riesgo hereditarios que pueden propiciar el desarrollo del cáncer de mama en las mujeres. Sin embargo, dichos factores dependen de sus características individuales y de cómo interactúan en el entorno las variables sociodemográficas y del ambiente.
“Estos factores de riesgo, en conjunto, incrementan la probabilidad de desarrollar cáncer de mama; no obstante, es muy importante saber que, pese a no tener alguno de éstos, son muy necesarias las autoexploraciones de las mamas, así como buscar atención médica cuando se detecte alguna señal de alarma”.
Para Agudelo Botero es necesario que las mujeres se apropien de su salud, y deben ser motivadas para que lleven hábitos de vida saludable.
Supervisión y atención
Existen tres principales pruebas, las cuales son recomendadas en la detección del cáncer de mama. En primera instancia se encuentra la autoexploración, misma que se recomienda para las mujeres de 20 años o más y debe realizarse cada mes, entre tres o cinco días después del periodo menstrual.
El examen clínico de mamas sería la segunda que debe hacerse; éste se realiza bajo la supervisión de un profesional de la salud y se recomienda en mujeres de 25 años o más, con una frecuencia anual o el periodo recomendado por el especialista.
Mientras que la mastografía brinda una detección más específica, ésta es recomendada para mujeres de 40 años o más; también se debe hacer anualmente.
La académica subraya que el cáncer de mama no es sinónimo de muerte. Hay que recordar que si se hace una detección temprana las mujeres pueden recibir un tratamiento y tener mejores pronósticos, por lo que es necesaria la revisión periódica, debido a que la enfermedad tiene periodos asintomáticos en los cuales difícilmente ellas podrán detectar algún problema en las mamas. Aunado a ello, “es importante hablar de este tema con todas las mujeres, a fin de incentivar la cultura del autocuidado y chequeo regular, pues a veces por miedo, desinformación o desidia no se lleva una supervisión general de la salud, lo cual es esencial para la detección temprana de esta y otras enfermedades”, finaliza.