“TODOS SOMOS CLASE MEDIA”, UN MITO; MÉXICO, PAÍS DE POBRES.
Andi Uriel Hernández Sánchez.
Una opinión firmada por la Dra. Viridiana Ríos en el New York Times, uno de los diarios más importantes del mundo, de la semana que acaba, reveló que el 61% de los mexicanos cree que forma parte de la clase media, aunque en la realidad solo el 12% de la población del país lo es en realidad. Dicha confusión, como se apunta en el NYT, compartida tanto por ricos y pobres, impide solucionar los problemas más apremiantes del país y perpetúa políticas que solo benefician a las élites, mientras la mayoría se empobrece mucho más.
Ser de clase media, apunta una de las editorialistas del periódico norteamericano, implica tener acceso a la seguridad social y un sueldo que alcance para satisfacer todas las necesidades de la vida diaria, algo de lo que carece el 84% de la población del país; se calcula que para que una familia de 4 integrantes pueda tener resueltas sus necesidades más importantes en alimentación de calidad, vivienda, salud, educación, recreación, etc., requiere tener un ingreso mensual de cuando menos $64,000, sin embargo, el 90% de los hogares mexicanos perciben ingresos muy inferiores a esa cifra.
Y va mucho más allá con su definición, pues apunta que para ser de clase media no solamente se debe tomar en cuenta el ingreso, sino la facilidad de acceder a servicios de salud, educación, servicios sanitarios, drenaje, teléfono, electricidad, combustible, bienes durables básicos y no trabajar más de 48 horas a la semana; únicamente 15 millones de mexicanos pueden presumir cubrir estos requisitos.
Así que, como señala la Dra. Ríos en el NYT, los mexicanos deben de abandonar la idea, el falso mito, de que en México “todos somos clase media”, como bien dice, “como un doctor que debe evaluar primero qué enfermedad tiene su paciente, el mexicano promedio debe poder diagnosticar con veracidad sus carencias o privilegios a fin de saber qué se debe pedir a las autoridades”. La realidad, por dura que sea, es que México es una nación con muchos pobres, masa que cada vez se hace más grande, no es que seamos un país pobre, recordemos que somos la 13va economía de todo el planeta. El problema es que la riqueza social que se produce entre todos se encuentra mal distribuida.
Por ello, el hecho de que una gran cantidad de mexicanos no acepte su realidad y se sienta más cómodo llamándose de clase media, responda quizá al estigma y a los mitos que rodean al origen de la pobreza, asociándolo con el conformismo, con la flojera, la falta de creatividad e iniciativa personal y otras tantas sandeces. Adjetivos que el mexicano promedio, que sabe que trabaja todos los días, de sol a sol, muchas veces sin gozar de días de descanso ni vacaciones, no está dispuesto a aceptar y hay suficiente razón en eso. Diversos organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), reconocen que los mexicanos son uno de los pueblos más trabajadores del mundo, dedicando más 2,246 horas al año a sus actividades laborales, cifra muy superior a las 845 horas anuales que dedican los alemanes, el pueblo que menos tiempo trabaja.
Pues bien, el aumento acelerado de la pobreza en México y el hecho de que ésta sea tan aguda es un mal congénito del modelo económico neoliberal, instaurado en el país desde la década de los 80´s, lo que ha permitido que el flujo de mercancías y capitales extranjeros, sobre todo norteamericanos, se haya apropiado cada vez más de los recursos naturales, la mano de obra (muy barata) y el mercado de nuestro país. Los tratados comerciales, incluyendo el actual T-MEC, siempre han favorecido a las grandes transnacionales y debilitado al mercado interno, haciendo que la inmensa mayoría de los mexicanos no tenga dinero suficiente ni para comprar lo que se produce en el país, mientras un puñado de familias se queda con la mayor parte del pastel de la riqueza nacional.
Esta situación no ha cambiado con el actual gobierno del presidente López Obrador, el modelo neoliberal sigue incólume, dos pruebas: la firma y ratificación del T-MEC, que le da más instrumentos legales a las empresas norteamericanas y a los bancos, para entre otras cosas, impugnar las reformas laborales contra nuestro propio gobierno y la falta de apoyo total a quienes debido a la pandemia perdieron su empleo o fuente de trabajo, provocando que, según el CONEVAL y estudios de la UNAM, más de 16 millones de mexicanos caigan en pobreza extrema, lo que significa que para el final del año en México vivirán hasta cerca de 38 millones de personas con dificultades para su alimentación diaria, al mismo tiempo en que la riqueza de los ultramillonarios seguirá intocable y en boyante crecimiento.
La Dra. Viridiana Ríos, culmina su opinión en el NYT, llamando al pueblo mexicano a exigir al gobierno la instrumentación de políticas económicas que propicien el desarrollo de una verdadera clase media: mejores salarios, creación de más empleos formales, reforma al Código Fiscal para que los ricos paguen más impuestos ya que “el Estado debe crecer para invertir en servicios públicos de calidad y evitar que la clase media tenga que recurrir al pago de servicios privados”. Sin quererlo, tal vez, la analista llega a la misma conclusión que desde hace varios años viene propugnando el Movimiento Antorchista Nacional: la urgencia de modificar el modelo económico en México, con el agregado de que no basta exigirlo, más bien debe ser construido por una nueva clase social en el poder político de la Nación.
Los pobres de México, deben reconocerse como tales, pero no para lamentarse de su situación, sino para formar una gran organización social que se proponga llegar al poder político para instrumentar un nuevo modelo económico que busque elevar la producción y productividad del país y un mejor reparto de la riqueza social. La pobreza como un mal estructural, no podrá combatirse nunca de manera individual, ni siquiera por el gobierno mismo, es condición indispensable la participación activa y consiente del pueblo mexicano en su conjunto. Para fortuna de los pobres, existe una organización en México que nos representa y que busca mejorar nuestro destino, se llama Antorcha Revolucionaria. ¡Únete!