La linea delgada entre mi opinión y la tuya.
De un soplido se nos va la vida; celebración, convivio o party.
Julio Vallejo
¿Quisieras ser Blu Jerusalema?
Alguna vez te has puesto a pensar, cuantos días te quedan por vivir antes de apagar las velas del pastel. El tiempo corre tan rápido como cuando soplas esas velas.
Ahora sí; pide un deseo.
Imagínate dos líneas paralelas de pinos, en medio zigzagueando vas tú montado en una bicicleta, sintiendo el aire fresco y respirando ese olor tan natural que llega a tu rostro, al bajar los pies lo primero que sientes es una alfombra color verde esa que rodea una enorme mansión color blanca, la cual está acompañada de un enorme jardín el cual está abrazado de flores multicolores que se reflejan en la piscina de color turquesa.
¿Cuánto quieres gastar en tu festejo?
Pondremos unos enormes osos de peluche bajo cada pino y elefantes color rosa; a la alfombra verde le pondremos gigantescos globos de color rosa y blanco, una mesa con sillas transparentes, platos y cubiertos de color oro, como centro de mesa unas bellas flores de tonalidad cálida, un enorme pastel cero azúcar y junto a él, otro de cuatro chocolates. A la piscina le cambiaremos el agua por pelotas de plástico de colores para crear todo un universo de fantasía, para la fiesta de nuestra hija.
Algo así fue la fiesta de Blu Jerusalem, hija del Italiano Gianluca Vacchi y la modelo Venezolana Sharon Fonseca, a fin de demostrarle su amor tras cumplir dos años.
Ahora la pregunta de los 64 mil rublos.
Sí tuvieras el dinero, gastarías eso para demostrarle tu amor a un hij@ o harías otra cosa.
En cualquier fiesta, lo primero que siempre surge y genera inquietud es a ¿cuántos voy a invitar?, si ya con mí familia lleno un salón casi, casi, ¡ahora con ambos!. Creo que tendré que eliminar algunos familiares, pues aún falta incluir a las amistades en común.
En la parte de la organización, otro dilema: uno quiere vestirla de “Checo Pérez” con temática de fórmula uno y la mamá quiere algo formal; sin embargo, va a ganar la cumpleañera pues se hará de Minnie Mouse.
De ahí pasamos al tema del pastel, la mamá lo quiere como el que le gusta a su abuelita, ese que traía el relleno de ciruela pasa con nuez y ese sabor indescriptible del merengue que sólo sabía hacer la maestra Cristina; el papá solo responde: el que sea, y la tía opina de chantillí con fondant.
Ahora, lo más importante ¡la comida!. Fulano de tal no come esto, fulana de tal le cae pesado. Cuántos guisados vamos a dar. Una vez decidido, empieza la asignación de lugares, pues dentro de la misma familia están los que no se llevan, los que se pelean, los que apartan lugar, los que llegan tardísimo y los que tienen años de no verse. Dejando hasta el final los amigos en común y ni se digan los colados.
Pasamos a las bebidas, familia Coca-Cola, Big cola, Pepsi, Coyame o Jarritos. Pregunta capciosa, si es fiesta infantil ¿debería de haber alcohol?. Creo que esto se puede descontrolar. Y precisamente antes de las piñatas. Te imaginas después…
Ya por último ¿Realmente la fiesta es para el festejad@?, o más bien para los padres, familia e invitados.
Con dinero y sin dinero al final de cuentas, nunca quedarás bien con la gente, pues no valoran el sacrificio y acciones que hacen para llevar a cabo la fiesta. O tú qué opinas.