En el Día del Padre celebraré que tuve uno.
Jan Xahuentitla
El 12 de mayo (de este año) Día del Comunicólogo, falleció mi papá, Rosendo Xahuentitla, a los 65 años de edad, aún era joven, pero en esta vida todo lo que empieza, termina.
Mi padre nació en Tlaxcala, por ende nací allá, pero al año, mi madre y él, se fueron a vivir a Puebla. Mis padres tuvieron cinco hijos, de los cuales, una murió poco después de haber nacido y un hermano, murió como de un año, así que solo quedamos tres mujeres, yo soy la mayor.
Nadie está preparado para las pérdidas de nuestros familiares, en un segundo nos cambia la vida. Recuerdo que eran las seis de la mañana cuando recibí la llamada telefónica de mi sobrina y estaba llorando, le pregunté que qué tenía y solo me dijo: “el abuelo murió”, yo le contesté que estuviera tranquila; sin pensarlo, me trasladé a la capital poblana, ya que yo vivo en Veracruz.
Cuando llegué, lo primero que hice fue abrazar a mi padre, abrazarlo por última vez, nunca le había llorado tanto y aunque escribo estas líneas, no deja de doler, pero es una buena forma de dar a conocer lo que representa para mí, el haber tenido ese padre maravilloso.
Mi padre era el más paciente de toda la familia, siempre le veía solución a las cosas y siempre nos decía: “todo tiene solución, menos la muerte”. Mi padre era trabajador, siempre se dedicó a la venta de seguros de vida y eran tan bueno, que casi siempre ganaba el primer lugar en ventas.
Todos tenemos errores o defectos, pero está de más hacerlos saber ahora que ya no están. Así que continuo con las cosas buenas que él tenía. Cuando íbamos a la primaria siempre fue nuestro tutor, él iba a las juntas y luego nos reíamos porque en las fotos que nos tomaban en los bailables en los que participábamos, siempre salía al fondo.
En la secundaria hacia lo mismo, iba a las juntas y participaba en todo lo que implicaba ser tutor. En el bachiller no fue la excepción y durante toda nuestra formación académica hizo lo posible para que estudiáramos en la mañana, a mis papás nunca les gustó el turno de la tarde, por ello siempre madrugábamos.
En mi caso, estuvo siempre, el que me consiguió mi primer empleo, cuando dejé de estudiar un año, me apoyó incluso después de haber terminado la licenciatura. En un principio me enfoqué a los espectáculos y por lo mismo, me acompañaba a esos eventos ya que eran nocturnos, nunca me sentí sola, me sentía protegida cuando iba conmigo. Y bueno, quiero pensar que él también disfrutaba de mi trabajo, pues tenía acceso a los eventos en los que estaba la prensa.
Después ya no me pudo acompañar más, el motivo fue porque perdió una pierna, su movilidad ya no era la misma, pero creo que de alguna manera le regresamos ese apoyo que nos dio, porque estuvimos en el hospital cuando fue su intervención y después de ello, las que se encargaron más de sus cuidados fue mi mamá y mis hermanas.
Y así pasaron los días y los años, hasta que nuevamente recobró su vida “normal”, mientras tanto en ese lapso, estuvo al cuidado de mi sobrina, todos trabajábamos y el único que pudo hacer esa labor fue él. Y es en este momento que agradezco ser fotógrafa, porque tengo testigo de lo que estoy contando, tengo muchas fotos de ellos juntos, jugando, hablando y que mi sobrina tendrá muestra de lo que fue su abuelo.
Posteriormente mi papá fue retomando sus actividades, tenía que trasladarse en taxi y ya tenía su conductor designado, seguía vendiendo seguros de vida hasta que dejó este mundo.
Cada que iba a visitarlos le daba su abrazo y le decía lo mucho que lo quería y sin saber, unos meses atrás, si no mal recuerdo, por su cumpleaños le escribí un texto donde le agradecía todo lo que había hecho por mí, sé que no fue suficiente, pero al menos le hice saber lo que hizo por su hija, él me decía que yo era su consentida y creo que me lo gané y sé que ahora nadie me va a quitar ese lugar.
Y aún con el dolor de haber perdido a mi padre, agradezco a Dios en las circunstancias que fue, no murió en la calle, porque luego salía a trabajar, su muerte fue natural y cuando estábamos con lo del papeleo fue más fácil de lo que creía.
No me duele “celebrar” el Día del Padre con él, porque no somos de fechas “especiales”, aprendimos que no importa el día y la hora para expresar lo mucho que amamos a nuestros seres queridos, lo que sí es que agradezco a Dios y la vida de haber tenido un padre, que muchos no tienen la fortuna de saber qué significa eso.
Él fue mi padre y muchos no creerán en Dios, pero yo sí, y hace poco soñé lo soñé, que estaba contento con su familia, así que sé que está tranquilo y feliz en “el cielo”.
Todos estamos de paso y estos golpes de la vida, te enseñan a amar más a los que tienes cerca y a decirles cuánto significan para ti.
Yo llevo en el corazón a mi padre y sé que él nos cuidará desde donde esté.
❤