Los ultrajes al Poder Judicial
Contrapunto
Miguel Ángel Gómez Ruiz
Si el gobernador Cuitláhuac García Jiménez conociera las leyes, quizá se habría frenado y se habría evitado problemas al interferir en los asuntos de un poder autónomo como lo es el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Veracruz.
Pero desde que por suerte ganó la gubernatura en 2018 bajo el efecto López Obrador, todos –sí, todos- sabíamos que el mandatario no tendría un gobierno a la altura. Ha sido afortunado, porque le ha servido copiar los mensajes y las acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador, la mayor parte de ellas disparatadas, pero lo ha hecho.
No sabe de política y se alió con los peores, pues por un lado Eric Cisneros, su secretario de gobierno ha hecho lo que ha querido y su otro ayudante, Juan Javier Gómez Cazarín, ha sido más que un diputado, un sicario, pues se ha metido en todas las partes causando más daño que bien.
El grave problema es que el gobernador es ingeniero y fue maestro de escuela. Se metió a la política en donde se agarró a golpes con policías cuando iba a manifestarse contras las injusticias. Su secretario de gobierno, Eric Cisneros ha metido a las damas que han trabajado con él en varios lugares. A Verónica Hernández la convirtió en fiscal general; a su pareja Carla Rodríguez la puso de representante del Poder Ejecutivo en la Judicatura y ahora es directora de la Escuela Judicial y a Naldy Rodríguez la colocó como la mandamás en el Instituto Veracruzano de Acceso a la Información.
En tanto, Juan Javier Gómez Cazarín, titular de la Junta de Coordinación Política en la Legislatura del estado, se dedicó a violentar la ley muchas veces. La mayor parte de las reformas que aprobaron los diputados de Morena y aliados fueron revertidas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Es decir, uno no sabe gobernar, el otro sólo parece jefe de recursos humanos y el otro es tan ignorante, que desconoce la ley, vaya ni siquiera conoce siquiera el reglamento interno de la Legislatura.
Así, los tres se entrometieron en el Poder Judicial. Colocaron a Sofía Martínez Huerta, que apenas trabajó como secretario en un juzgado municipal. La convirtieron en magistrada y dos meses después, la ascendieron como presidente. Como Sofía metió a su familia y comenzó a corromper al poder, decidieron quitarla y colocaron a Isabel Inés Romero Cruz. Con una mediocre carrera judicial, sin maestrías ni doctorados y apenas un Honoris Causa entregado por abogados chambones, la señora dirige al Poder Judicial, pero eso sí, sometida a las órdenes de todos, principalmente del gobernador.
Manejos turbios en la construcción de las Ciudades Judiciales, sueldos elevados a gran parte del personal colocado por Morena y una serie de acciones que han bajado de manera dramática la calidad del Poder Judicial.
Además de Isabel Inés y Sofía Martínez, colocaron a 20 magistrados de los cuales dos o tres apenas si conocen la ley, pero el resto no tiene siquiera carrera judicial. Hasta la comadre y pariente del mandatario, Ailett García Cayetano recibió una magistratura luego de no quedar como fiscal anticorrupción, denigrada en pasillos por el secretario de gobierno, Eric Cisneros.
Las consecuencias de todo ello han sido: Mal manejo de la pandemia de Covid-19, sin proyecto para la justicia digital y, sobre todo, mal manejo de los recursos, pues a la magistrada presidente no se le ocurrió protestar por el hecho de que apenas le dieron para 2021 cerca de mil 604 millones de pesos, siendo que al Poder Judicial le correspondían 2 mil 200 millones. Como es natural, el dinero se acabó, mal manejado, mal gastado y ahora tienen un déficit de por lo menos, 500 millones de pesos.
Tampoco se sabe en dónde están 700 millones de pesos de los fondos de Mejoramiento de Justicia y de Retiro de magistrados. No olvidemos que un exconsejero, Mauricio Duck Núñez se suicidó y se sospecha que fue a causa del mal manejo de ese dinero.
Obligan a retiro forzoso a magistrada
Hace apenas unos días, la presidente Isabel Inés Romero Cruz exhibió su ignorancia al ordenar a la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros a que dejara su despacho, ya que dejaría de ser magistrada por ministerio de ley.
Al parecer, ella y sus ayudantes desconocen que la magistrada Castañeda Palmeros fue convertida –mediante un decreto por la Legislatura del Estado en 1997- en magistrada numeraria inamovible. Es decir, la magistrada es vitalicia, para toda la vida o bien, hasta que muera o decida retirarse ella misma.
Por supuesto, pretender obligar al retiro a la magistrada más reconocida en Veracruz es un arma de dos filos, porque bien, aunque sólo la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros sabrá qué acciones tomar, lo que se ve es que Isabel Inés desconoce la ley y eso es peligroso pues nos hace pensar en manos de quién estamos a partir de ahora.
La magistrada Yolanda Cecilia supera en estudios, trabajo y logros a Isabel Inés de aquí a la luna, pues fue la alumna con mejor promedio en la carrera de Derecho en la Universidad Veracruzana. Tiene dos maestrías y dos doctorados. Escribió libros sobre la Justicia familiar, fue visitadora, catedrática, juez en 16 juzgados, ocho civiles y ocho penales y además, ha sido la única veracruzana en lograr el Premio Nacional al Mérito Judicial, otorgado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
De hecho, la magistrada Castañeda la defendió ante don Julio Patiño cuando Isabel Inés Romero Cruz fue despedida por la magistrada Teresita Álvarez de Santés, por haber desaparecido un Amparo que lograron los abogados de un preso que permaneció más tiempo del debido en la cárcel. Para evitar problemas la enviaron a un juzgado lejano.
Su trabajo fue gris y en tanto, Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros brilló mucho tiempo. Hizo una carrera íntegra y nunca dejó de prepararse y lo que es mejor, muchos estamos seguros que volverá al Poder Judicial, pues se cometió una injusticia con ella.
Carente de institucionalidad y olvidando que en alguna ocasión hasta fue defendida por Castañeda Palmeros, Isabel Inés naufraga en la ignorancia y eso puede costarle caro, pues de por sí ha desacatado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación al no reinstalar a los magistrados Roberto Dorantes y Marco Antonio Lezama Moo. Todo a su alrededor es gris, muy gris.