Homenaje a la magistrada Yolanda Castañeda, de un amigo.
• Carlos Darío Marcos Omaña exsenador de la República escribe esto a su admirada amiga.
Iniciaba 1968, año icónico por muchas razones para México. Llegamos al aula de Primer grado, grupo E, en el Colegio Preparatorio de Xalapa (la Prepa Juárez, pa’ los cuates), y prácticamente de modo instantáneo mis ojos se cruzaron con una chica muy atractiva, estatura bajita, curvas por dónde se ofreciera, unos ojos casi verdes, una sonrisa cautivadora y la minifalda más espectacular en kilómetros a la redonda.
Su nombre: Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros. 54 años han pasado y Yolanda Cecilia sigue siendo mi amiga, hermana, mecenas, soy su más devoto fan.
Sería imposible plasmar, en unos cuantos párrafos, la trayectoria de la muy distinguida jurista xalapeña, pero lo intentaré:
Yolanda Cecilia, desde que estudiaba en la Prepa, era ya alumna destacada del Conservatorio de música y se desempeñaba como Contrabajista en la Orquesta Sinfónica de Xalapa, tocando al lado de su Señor Padre el Maestro Leopoldo Castañeda.
En 1970, ingresamos a la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana y coincidimos nuevamente en Primero A.
De ahí en más, mi amiga, toda voluntad y disciplina, tomó ventaja. Baste decir que, durante los cinco años de la carrera, ocupó el Cuadro de Honor, con promedio general de 10, sitio en el que compartía créditos cada semestre con Miguel Angel Yunes Linares.
Durante la carrera, seguía tocando en la Sinfónica y aún antes de egresar empezó a trabajar como oficial administrativo, en el Poder Judicial del Estado.
Fue por ese tiempo que nuestro inolvidable Maestro Víctor Manuel Hernández Flores, la enfrentó a una encrucijada que definió el resto de su vida. Le dijo el querido “Chaparro”: La música y la justicia, tus pasiones, son dos amantes muy posesivas y celosas, que demandarán, cada una, todo tu tiempo, toda tu entrega, todo tu ser, deberás decidirte por una de las dos.
Yolanda optó por la justicia.
Pasó de escribiente a Juez Municipal, Juez de Primera Instancia (cargo que desempeñó en 16 Distritos Judiciales del Estado), Magistrada Supernumeraria, y, desde 1997 Magistrada Numeraria (inamovible), y Presidente de Sala en el Tribunal Superior de Justicia del Estado, o sea, la escalera judicial completa, escalón por escalón, con una hoja de servicios sin mácula en 50 años.
Sus logros académicos serían imposibles de enumerar: Maestrías, Doctorados obtenidos con Magna Cum Laudem, libros publicados de obligada consulta para el gremio, etc. Baste decir que recibió, hace pocos años, el galardón mayor que otorga la Suprema Corte de Justicia de la Nación: el Premio Nacional al Mérito Judicial.
Dios tiene caminos que, a las veces, no alcanzamos a entender. Lógico sería pensar que la impecable carrera de Yolanda Cecilia, se vería coronada con la gratitud y el reconocimiento general. Pues no.
Una reciente ley promulgada por el Gobernador Yunes Linares (curiosamente el mismo que le disputaba el cuadro de honor en la Facultad), obliga a los Magistrados a pasar a retiro al cumplir los 70 años de edad (ley que no debería ser aplicada de manera retroactiva).
Yolanda Cecilia cumplió 70 años el pasado 17 de agosto.
Su regalo de cumpleaños, llegó temprano: por instrucciones de quien preside el TSJ actualmente, sus pertenencias y efectos personales, fueron sacados de su ponencia, sin mediar diálogo ninguno, colocadas en el cajón de estacionamiento asignado a su vehículo.
El pecado de la Magistrada: Decir siempre y fuerte la verdad, denunciar el saqueo descomunal y el marranero en que tienen hoy convertido al Tribunal Superior de Justicia.
Las razones para cometer esa arbitrariedad sin nombre, violando incluso, los derechos humanos de una adulta mayor, solo pueden explicarse recordando la vieja fábula de la luciérnaga y el sapo: cuando el sapo se echó encima de la luciérnaga, ésta alcanzó a preguntar: ¿Por qué me odias? y el sapo contestó: ¡Porque brillas!
Puedo imaginarme las caras de tristeza, impotencia, enojo e indignación de quienes ocuparon alguna vez la Presidencia del otrora Honorable Tribunal de Justicia del Estado: Salvador Bouzas Gullaumín, Aureliano Hernández Palacios, Pericles Namorado Urrutia, Fernando García Barna, Lauro Altamirano Jácome, Luis Espinoza Gorozpe, Luis Martínez Almendra, entre otros ilustres veracruzanos.
¿Sabrá la señora que hoy ocupa esa silla, quiénes fueron? Lo dudo.
Querida Yolanda Cecilia, lo ocurrido no solo es un agravio a tu persona, es una manifiesta expresión de la burla que se hace actualmente en nuestro Estado de la Ley y de la Justicia. ¡Me dueles, Veracruz!
Te refrendo mi cariño fraterno y te digo: La música, efectivamente es una amante posesiva y celosa; pero también reconfortante, liberadora y fiel. Y aún te está esperando.”